Page 57 - Libro Max Cetto
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Daniel Escotto
A partir de esta obra Max Cetto construiría casi la totalidad de los edificios de la
compañía eléctrica entre 1927 y 1930. Este sería su periodo más racionalista. La pureza
invadiría su espíritu creador, una influencia ya marcada de lo que el despacho en Frankfurt
generaba, arquitectura en esencia; Neue Sachlichkeit pero con un cliente diferente: la ciudad
en formación, que radicalizaba las respuestas de los arquitectos que la enfrentaban. La plan-
tas generatrices (Schaltanlage 5 y 6) de Friedensstrasse de 1928 anunciaban ya la sobriedad
de una losa plana sobre la estructura de los cristales; al igual que en la Bauhaus de Gropius,
la transparencia dejaba ver diferentes planos interiores casi encima unos de otros, como si se
tratara de velos o películas sobrepuestas. En 1929 proyecta y construye otra planta generatriz
(Umspannwerk Eschersheim), donde la nostalgia por la curva aparece como si intentara
sincronizar con la Weißenhofsiedlung de Stuttgart o la misma Römerstadtsiedlung. Un ex-
presionismo oculto que no hace otra cosa que adecuarse al momento.
Max Cetto proyectaría más edificios dentro de esa época en Frankfurt para el Departa-
mento de Obras y algunos de forma particular como concursos. Uno de los más importantes
fue la Escuela de Cocina para el Instituto Profesional Pedagógico (1928), donde Margaret
Schütte-Lihotzky –quien diseñaría aquella famosa cocina (Frankfurter Küche) para las Sie-
dlungen de May, donde la racionalización del espacio-función sería un ejemplo de perfec-
ción– participó en el diseño del mobiliario. Así, Max Cetto se rodeó de varios compañeros
del Departamento de Obras dentro de sus proyectos particulares. En este proyecto, la si-
militud con el edificio para el empleo de Gropius en Dessau (1927-1929) es muy amplia,
el juego espacial del elemento rectangular que confronta al semicírculo es un tema muy
recurrido por arquitectos de la época. El movimiento circulatorio del edificio es el mismo,
las estaciones de trabajo son radiales: en el caso de Cetto chocan contra un muro de cris-
tal –mismo recurso que en el pabellón del Ostpark de 1929– que propone aquellas vistas
contemplativas hacia el exterior; en el de Gropius las circulaciones liberan las estaciones de
trabajo de ese muro semicircular. A partir del centro del semicírculo las relaciones espaciales
se controlan, como los servicios y los recorridos. En ambos, la racionalización del espacio
es evidente. La solución semicircular como acogedora del individuo y su relación con el
exterior a través de una superficie “infinita”, circular y transparente, se establecería en Cetto
como un tema recurrente. En esta época diseña el pabellón de descanso en el Ostpark.
La colaboración más importante de Cetto con compañeros del Departamento de Obras
fue con Wolgang Bangert (planeación urbana y Siedlungen), dentro del concurso para el Pa-
lacio de la Liga de las Naciones, en 1927.
México vía Estados Unidos
Max Cetto emigró a México en 1939, después de un breve paso por Estados Unidos en que
visitó a su viejo amigo Walter Gropius y se hospedó por poco tiempo en su conocida casa de
Lincoln Massachusetts, donde conocería a profundidad la ideología que lo llevó a proyectar
esa casa como discurso “neo-regionalista”, hecho que influirá a Cetto en su aproximación a
la primera arquitectura para El Pedregal de San Ángel, en la Ciudad de México.
Poco tiempo después conoció a Frank Lloyd Wright en el mítico Taliesin, donde se man-
tuvo por varias semanas; la arquitectura de Wright siempre había afectado profundamente a
Max Cetto. En realidad influyó en la mayoría de los arquitectos alemanes de la generación
de Gropius, debido principalmente a aquella exposición de 1911, publicada en el conocido
portafolio Wasmuth y que se ha encontrado en los archivos de muchos de estos arquitectos
de la Neue Sachlichkeit. En pocas semanas Wright habría de recomendar a Cetto para tra-
bajar con Richard Neutra en el sur; no suena raro que Cetto haya aceptado, aunque su meta
fuera trabajar con Wright, pues ese vienés afincado en California hablaba alemán y tenía
trabajo que ofrecerle: la supervisión de la casa Sidney Kahn durante siete meses.
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